Trigos de calidad para la industria harinera nacional

México presenta una situación muy especial en el caso del trigo, esa materia prima indispensable para la elaboración de pan industrial, pan artesanal, tortillas, galletas, cereales para el desayuno, pastas alimenticias, sopas, botanas e incluso es utilizado para la alimentación pecuaria.

En realidad se trata de dos tipos de materia prima, toda vez que se trata de dos especies botánicas diferentes, Triticum durum L., llamado trigo cristalino, el cual es empleado en la fabricación de pastas en platillos italianos y sopas, y el Triticum aestivum L., que corresponde a los trigos empleados en la fabricación de harinas.

Es importante entender esto porque el país produce excedentes comercializables de trigos cristalinos, de una calidad tal que inclusive es exportado a mercados exigentes como el italiano, y es deficitario en trigos harineros, estos últimos son el foco de esta contribución.

La cosecha nacional de trigo en los últimos años es del orden de 3.0 millones de toneladas en promedio; sin embargo, la producción de este cereal es básicamente del tipo cristalino (74%), únicamente 17% es considerado de alta calidad harinera, mientras que 9% es de media-baja calidad harinera.

En contraparte, la demanda de trigos harineros de alta calidad ronda los 6.5 millones de toneladas; entonces, ¿Cómo se puede satisfacer una demanda de esa magnitud con 800,000 toneladas producidas localmente? La respuesta es evidente; las importaciones.

El trigo representa cerca de 12% del valor de las importaciones agrícolas de México, es el tercer producto más importante por el valor de las compras en el exterior de productos agropecuarios. Únicamente está debajo de la soya y del maíz amarillo, por lo que genera una salida de divisas del orden de 1,350 millones de dólares. Cabe mencionar que las importaciones de trigo provienen principalmente de Estados Unidos.

La zona productora de trigo nacional por excelencia es el noroeste de México. Hasta antes de 1970 el trigo harineros se sembraba de manera preponderante en esa región, ese año apareció una enfermedad llamada carbón parcial, que infectó los granos en desarrollo, los convirtió parcialmente en masas carbonosas y no puede ser consumido por las personas. El problema hizo crisis en los años posteriores, lo que obligó a cambiar los patrones de cultivo; el trigo cristalino es más resistente a la enfermedad y por lo tanto pasó a ser el más importante.

Otras zonas importantes productoras de trigo harinero son el Bajío y Chihuahua. En el primer caso, sin embargo, el grano de esa zona es de baja calidad harinera y su capacidad productiva es insuficiente para la demanda de la industria. En el segundo caso se produce trigo de calidad, aunque también insuficiente, incluso para la industria localizada en esa entidad.

Se debe tomar en cuenta que la industria panificadora requiere granos de alta calidad harinera, los trigos harineros nacionales no tienen el contenido de proteína que da la tenacidad y la extensibilidad para un proceso de elaboración de pan industrial, por lo que la harina nacional utilizada en la elaboración de pan industrial es una mezcla de trigos nacionales e importados. Es posible cambiar este escenario toda vez que existen nuevas variedades desarrolladas en centros de investigación con alto contenido de proteína, similar a los granos estadounidenses.

También es significativo considerar que la cosecha nacional tiene una marcada estacionalidad, ya que entre mayo y junio se obtiene 80% de la producción, lo que obliga al almacenamiento de inventarios, con un consecuente incremento en los costos, ¿por qué mantener inventarios si la materia prima puede estar disponible en Estados Unidos cualquier mes del año?

Actualmente, la enfermedad del carbón parcial sigue siendo un problema, pero este es atenuado con la aparición de nuevas variedades resistentes a la enfermedad, por lo que México cuenta con los materiales genéticos para resolver este problema.

En este punto vale la pena reflexionar si el país es capaz de incrementar la producción de trigo de calidad harinera, considerando que tiene nuevas variedades de trigo, conocimiento del cultivo y recursos financieros y tecnológicos.

Sin embargo, iniciar las acciones para un plan de suministro de trigos de alta calidad harinera a la industria presenta algunas aristas. A pesar de que se tiene un catálogo de variedades resistentes a carbón parcial y de alto contenido de proteína, no se conoce su respuesta en las diferentes regiones agroecológicas de la República, por lo tanto es necesario planificar ensayos productivos e identificar las más prometedoras para cada región específica.

Una vez superada esta etapa y aun cuando la capacidad de respuesta productiva del cultivo es de meses, es decir, puede cosecharse una mayor cantidad del cereal prácticamente de un año a otro, no se tiene la semilla suficiente para este proceso, consecuentemente habría que reproducir la semilla que se utilizará comercialmente.

La etapa de producción comercial no deberá representa una barrera importante, puesto que los productores nacionales dominan la tecnología, pero es en la cosecha y poscosecha donde se ubica el punto fino. La separación por calidades desde la trilla y en el almacenamiento es la piedra angular del proceso, de nada vale obtener trigos de calidad superior si al final se van a mezclar con otros trigos de menor calidad.

Un plan para lograr producir trigos de calidad harinera de esta naturaleza requiere la instrumentación desde las entidades gubernamentales involucradas con el sector alimentario, mediante apoyos en infraestructura de almacenamiento y manejo de granos, así como incentivos para la siembra y ordenamiento del mercado. También es necesario el apoyo financiero, desde luego que la participación de los productores y sus organizaciones es vital, además de los centros de investigación y universidades, pero es determinante en esta acción la participación de la industria harinera, así como de la industria panificadora.